Con estos hallazgos, que aparecen divulgados en el último número de la revista ‘Mayo Clinic Proceedings’, los investigadores aguardan poder crear un sistema de estimulación cerebral profunda que responda instantáneamente
a las modificaciones químicas en el intelecto. Y es que, tanto el Parkinson, como el síndrome de Tourette y la depresión involucran un superávit o una deficiencia de neurotransmisores en el intelecto.
Para ejecutar este procedimiento, el cuadro usó la voltometría cíclica con exploración de alta rapidez extrema para calificar las concentraciones de adenosina liberadas en los pacientes durante la estimulación cerebral profunda.
Además, los apuntes se anotaron a través de una conexión inalámbrica de detección instantánea de concentración de neurotransmisores implantado en el intelecto del paciente y recordado como detector inalámbrico e instantáneo de concentración neurotransmisora. El detector, combinado con la voltometría
cíclica con exploración de alta rapidez extrema, escanea el neurotransmisor y transmite esa información a un computador ordenador móvil en la sala de operaciones.
Esta ha sido la única vez que los científicos han utilizado esta técnica en pacientes, Pese que preliminarmente el detector ya había identificado a los neurotransmisores serotonina y dopamina en pruebas ejecutadas en el tejido cerebral.
“No podemos observar el dolor como analizamos los temblores. No obstante, lo atrayente acerca de esta información electroquímica es que podemos controlar el intelecto sin retroalimentación externa. Ahora es factible
observar las trascendencias neuroquímicas en el intelecto y aprender sobre algunos procedimientos cerebrales, tales como el del dolor”, ha opinado el neurocirujano de la Clínica Mayo, Kendall Lee.
Por último, los científicos han asegurado que, con el estimulador y la detección es factible crear “algoritmos” y, a continuación, “elevar a los neurotransmisores hasta un nivel específico. “Se puede elevar estas trascendencias químicas hasta un nivel ajustado, subiéndolas y bajándolas durante toda la vida de la persona. Se puede medir, calcular y reaccionar en razón de milisegundos, lo que desde la apariencia del paciente sería fundamentalmente instantáneo”, ha zanjado uno de los ingenieros de la Clínica Mayo que ayudó a crear el sistema, Kevin Bennet
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