En el Parkinson, el trastorno de la función sexual se asocia comúnmente con los trastornos motrices, las dificultades emocionales y cognitivas, trastornos del sueño y los efectos secundarios de la medicación. Cada uno de los síntomas de la enfermedad puede crear otras dificultades emocionales, físicas y cognitivas, que se podrían expresar como cambios en las interacciones íntimas entre la persona con Parkinson (PCP) y su pareja.
ENFRENTARSE A LA REALIDAD
La vida con el Parkinson supone enfrentarse a una serie de síntomas motrices y no motrices que podrían afectar las relaciones y la vida sexual y resultar en frustración, deficiencia sexual y, a veces, pérdida de autoestima. Aunque algunas parejas aceptan fácilmente la limitación de la intimidad o el cese de la actividad sexual, para otras esto puede llevar a una reducción significativa de su calidad de vida.
Los problemas motores, como la rigidez, los temblores, la inmovilidad en la cama o la dificultad con los movimientos delicados de los dedos podrían afectar el tacto necesario para los momentos íntimos (abrazos, besos, caricias) y la actividad sexual.
Otros síntomas de la enfermedad como el sudor excesivo, el babear y las alteraciones en el caminar hacen que las personas se sientan menos atractivas, mientras que los rostros impasibles se pueden interpretar como una falta de afecto o emoción. Las afecciones motrices también podrían hacer que los pacientes sean sexualmente pasivos, imponiendo así un papel más activo en la pareja.
Según nuestra experiencia clínica, los esposos a menudo se sienten rechazados e insultados cuando sus parejas con Parkinson los ignoran íntima o sexualmente. Por otra parte, las PCP pueden abstenerse de hacer insinuaciones íntimas debido al miedo a que los rechacen o al fracaso.
SOBRELLEVAR LOS SÍNTOMAS MOTRICES Y NO MOTRICES
A menudo, las manifestaciones no motrices del Parkinson pueden ser más discapacitantes que los síntomas motrices.
Pueden incluir disfunción del intestino, babear, problemas urinarios, alucinaciones, fatiga, discapacidad cognitiva y demencia, sudores y problemas de la piel. Algunos de
estos síntomas, como la disfunción olfatoria, el estreñimiento, la depresión y el trastorno de conducta del sueño de movimiento ocular rápido (TCSM), pueden preceder a los síntomas motrices. Otros, especialmente los síntomas cognitivos como las alucinaciones y la demencia, suelen tener lugar en las fases posteriores de la enfermedad.
Tres de cada cuatro PCP sufren de estreñimiento. La disfunción del intestino puede causar sensación de irritabilidad, pesadez y dolor. Obviamente resulta difícil
mostrarse íntimo bajo tales condiciones.
Los problemas de vejiga también son comunes. De hecho, afectan a un tercio de las PCP. El problema más común es una vejiga hiperactiva, cuyos síntomas incluyen el levantarse por la noche a orinar, orinar frecuentemente y sensación de urgencia cuando se necesita ir. Estos tipos de problemas urinarios, incluyendo la incontinencia, pueden dañar la autoestima de una persona, lo que les lleva a sentirse menos atractivas y menos sexuales como resultado.
Además, la depresión, ansiedad y autoestima frecuentemente contribuyen a una disfunción sexual y a una satisfacción sexual reducida. Una vez más, estos problemas afectan a un tercio de las PCP.
Incluso aquellas personas que sólo sufren de una depresión leve pierden interés en las actividades sexuales y resulta muy difícil seducirlas y excitarlas.
Los medicamentos que se usan para la depresión y ansiedad también afectarán la intimidad y la función sexual. Aunque una mejoría del estado de ánimo podría dar como resultado la capacidad de comunicarse íntimamente y volver a ser sexualmente activo, los medicamentos antidepresivos también pueden causar la disfunción eréctil y dificultad para tener orgasmos.
Por otra parte, los trastornos del sueño y la somnolencia excesiva durante el día pueden llevar a camas separadas y reducir las oportunidades para el tacto íntimo y la actividad sexual. La pareja puede estar nerviosa, impaciente y cansada y su furia y frustración con estos trastornos del sueño pueden tener un impacto grave en la relación.
Mientras tanto, las parejas que solían hablar y compartir sus sentimientos podrían descubrir que los problemas relacionados con el habla reducen las oportunidades de comunicarse más íntimamente.
EL PAPEL CONTRADICTORIO DE LA PAREJA-CUIDADOR
Bajo estas circunstancias difíciles, a menudo los cuidadores de las PCP se enfrentan a papeles contradictorios. Por una parte, son compañeros o esposos con sus propias emociones naturales y necesidades de intimidad y actividad sexual. No obstante, al mismo tiempo, deben funcionar como cuidadores que sobrellevan las implicaciones de una enfermedad progresiva crónica.
Estas tareas obligatorias a menudo se expresan con sentimientos abrumadores de frustración, depresión, fatiga y sensación de pérdida. La acumulación consiguiente de factores de estrés sin resolver puede, por lo tanto, contribuir a características no deseadas en las relaciones.
Es importante recordar que el ser un cuidador exige mucho tiempo, atención y energía. Consiguientemente, las PCP y sus parejascuidadores pueden pasar demasiado tiempo juntas. Toda relación sana necesita algo de espacio y distancia, lo que significa que cada pareja necesita asignar tiempo para las actividades por separado en su calendario semanal para hacer cosas de las que disfrutan: Como, por ejemplo, ejercicio, verse con amigos o ir al cine. Estas experiencias por separado enriquecerán la relación, crearán un espacio muy necesario y fomentarán un una relación sexual mejor y más estrecha.
EL PAPEL DE LOS PROFESIONALES
A menudo, las PCP se sienten avergonzadas por sus necesidades sexuales. Podrían temer que su interés por el sexo no sea apropiado, especialmente cuando muchas están tan enfermas o son muy mayores. Algunas PCP tampoco saben que su disfunción sexual está relacionada con su enfermedad o el tratamiento y, como resultado, no mencionan estos problemas a su neurólogo.
Por lo tanto, resulta esencial que los profesionales de la asistencia sanitaria sean conscientes de los cambios sexuales que tienen lugar como resultado de la enfermedad y su tratamiento y que reconozcan la importancia de la sexualidad para sus pacientes. Si los problemas sexuales no se resuelven, disminuye la autoestima de la PCP y se hace más difícil ajustarse a los cambios de imagen corporal o de funciones corporales.
La mayoría de las PCP y sus parejas agradecen la oportunidad de hablar sobre el sexo y la intimidad con profesionales de la atención sanitaria en los que confían.
No obstante, muchos agradecerían que se les proporcionase consejos sobre cómo y cuándo compartir sus sentimientos y preferirían que fuese su médico el que iniciase la conversación.
Quieren describir cómo se sienten al tener una enfermedad crónica, cómo les ha afectado psicológica y físicamente y cuánto se ha visto afectada su vida personal por la enfermedad.
El hablar sobre la sexualidad y la intimidad permite a las personas adaptarse a una enfermedad permanente que conlleva cambios corporales, patrones sensoriales alterados y fatiga. Al proporcionar este apoyo, los profesionales de la atención sanitaria pueden ayudar a las parejas a comprender el modo en que la enfermedad del Parkinson afecta las capacidades de las PCP, permitiendo que ambos se ajusten en consecuencia.
Mientras que se debería dar la oportunidad a todas las PCP de explorar los problemas relacionados con la intimidad y sexualidad, también se debería animar a las parejas a que hablen de los problemas sexuales con los profesionales de la atención sanitaria y a que se conviertan en una fuerza impulsora a favor de un mejor tratamiento de las disfunciones sexuales. Dicho enfoque centrado en el paciente puede llevar a mejorías significativas en la calidad de vida.
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